Escrito: El hervor

Para este Sábado elegí compartirles algo que escribí hace un tiempo. Espero que les guste!

La luna no brillaba en el cielo esa noche, y el frío se colaba a través de las ventanas como si sus cristales fueran penetrables por el viento.
Yo estaba recostada en el sillón intentando hilar ideas sobre los caminos hechos y deshechos en la última temporada.
Era esclava una vez mas del incesante barullo interno. Inútil. Insípido. Con gusto a nada.
Gusto.
Gusto en conocerte.
"Gusto de vos" - que frase tan usada en mi infancia. Sabía lo que significaban esas palabras en ese entonces?
Gusto, placer.
Sabor.
Alimento.
ALIMENTO!

Fué entonces, cuando me propuse deleitarme con un plato de comida hecha en casa.

La cocina estaba aún mas fría que el invierno, y no dudé en comenzar a calentarla prendiendo una hornalla.
Puse en ella una olla con agua, esperando el hervor, y comencé a cortar los vegetales.
En mi cocina ya empezaba a aflorar la primavera.
Una zanahoria, medio ají, dos tomates.... Podría acompañarlo con un poco arroz....
Encendí una segunda hornalla, invitando al verano a que innundara el ambiente con su suave calorcito.
Puse en ella una ollita tres veces mas pequeña que la anterior, con un agua que ansiaba el hervor mucho más que la primera.
Seguía en mi ardua tarea de cortar variedad de vegetales, cuando comencé a oír el inconfundible sonido de la ebullición.
Me giré en dirección a las hornallas, y al principio, pasé por alto lo que mis ojos habían visto, como si hubiera sido algo completamente normal.
Pero al mirar nuevamente, me percaté de lo que luego desencadenaría un estado de dicha sin precedentes.

El agua de las ollas estaba hirviendo.

El agua de AMBAS ollas.
Las dos. Al mismo tiempo. Dos ollas, con cantidades muy diferentes de agua, expuestas al fuego en momentos diferentes, explotando en su punto máximo de ebullición, en un mismo exacto momento.
E inmediatamente vino a mi mente, la imagen de dos amantes alcanzando el clímax al unísono. Fundiéndose en un inesperado y sorprendente orgasmo sincronizado, que sin haber sido buscado, se hacía presente, para sumergilos por unos instantes en el maravilloso placer de la fusión con EL TODO.

Mis ojos comenzaron a brillar, exitados por esta repentina asociación de mi mente. Mi cuerpo temblaba, ligero, y se balanceaba sobre mis talones suavemente al compás de ese maravilloso sonido de agua y burbujas danzarinas.

Sentía mis latidos y mi pulso, cada vez más acelerados, y mi cuerpo, a cada instante, un poquito más presente.

Avanzaban los segundos, y crecía en mí un estado de dicha y celebración. El temblor se hacía más evidente y recorría todo mi cuerpo, sin dirección ni patrones, en forma de caos.
De hermoso y escurridizo caos.

Permanecí un buen rato perdida en mi danza con el agua. No se decir cuánto duró ese rato, porque el tiempo se había esfumado. Solo estábamos el agua y yo.
Y mi cuerpo.
Y mi respiración. Y la vibración, y también los latidos.
Y en el medio de la danza, comencé a SENTIR el agua. Y no lo creí posible, hasta que percibí un arroyo en miniatura abriéndose paso por mi mejilla. Trazando su húmedo recorrido hasta mi cuello, descendiendo lentamente hasta perderse entre mis pechos.
Y luego otro arroyo, y otro más...
Gotas que salían de mis ojos como si fueran viejas amigas del agua de las ollas. Como si de allí hubieran venido, y hacia allí quisieran volver, para reunirse con sus semejantes en un abrazo profundo y resbaladizo.
Las lágrimas brotaban sin esfuerzo, nublando mi vista casi por completo.
Y cuando ya no pude ver nada mas... Algo por dentro hizo una explosión, un estallido, y de pronto... LA RISA.
Una carcajada tras otra, se entrelazaban con las lágrimas formando una coreografía perfecta... Imposible.
El éxtasis lo llenó todo. Mi cuepo, la cocina, el agua, los vacíos.
Ya no había ni cuerpo, ni cocina, ni agua.
Ya no había vacíos.

La respiración calmándose poco a poco, me indicaba que ese perfecto momento había llegado a su fín, no sin antes haberme recorrido entera.  mi y a mi vida. Para dejarme con una dulce sensación de haber sido amada, por unos instantes, por el agua y por el todo.