Círculos de Mujeres

¿Qué es un círculo de mujeres?

Podríamos decir, si nos vamos a un extremo de la simplificación, que un círculo de mujeres es un grupo de mujeres reunidas en círculo. Esta sería la definición por lógica más acertada, y sería una descripción casi exacta de lo que una persona vería si se encontrara por casualidad en alguna de estas reuniones.

Pero si vamos más alla de lo descriptivo, y queremos entender de verdad qué significan estos espacios y por qué tienen tanta importancia, debemos observar que aunque en los últimos siglos haya sido una práctica un poco olvidada, hay múltiples registros que confirman que estos se llevaban a cabo desde tiempos remotos, en casi todas las culturas ancestrales.

Desde la antiguedad las mujeres han recurrido a estos espacios para reunirse, compartir, y celebrar las distintas situaciones que iban atravesando en sus vidas. Por lo general, en el tiempo que duraba el encuentro, se hacían distintos rituales y ceremonias relacionadas con las distintas etapas en la vida de las mujeres. Desde la celebración de la primera menstruación hasta los embarazos, partos, y la llegada de la menopausia. Mujeres de todas las edades, abuelas, hermanas, madres, hijas y amigas, compartían juntas la sabiduría femenina, y se apoyaban unas a otras en sus distintos procesos.

Puede que la llegada del patriarcado sea una de las razones más fuertes por las cuales esta práctica se volvió menos frecuente en los últimos siglos. Y no es casualidad, ya que la energía que se mueve en estos círculos, y los saberes que en ellos son compartidos, representan una gran amenaza al sistema patriarcal en el cual estamos inmersos todos en las sociedades modernas.

Y es que éstos círculos no son una simple "charla entre amigas" (aunque el diálogo y la apertura a compartir experiencias y consejos es una de las actividades principales que se practican en ellos), no se trata de conversaciones superficiales, ni de egos jugando a ver quién es más importante, ni de competencias. Todo lo contrario: Se trata de sororidad.

Se trata de un espacio seguro, íntimo, donde cada una de las mujeres que lo conforman pueden sentirse libres de expresar lo que sienten, lo que les sucede, sus miedos, sus alegrías, sus angustias, sus preocupaciones, sin miedo a ser juzgadas ni excluídas.
Donde cada una puede compartir lo que le pasa, y a la vez su sabiduría, para ayudarse mutuamente a transitar el camino que a cada una le toca en esta vida.
Donde, por más descabellado que sea lo que esté contando, en lugar de miradas de reprobación o críticas, cada mujer puede recibir la escucha atenta, la solidaridad y el abrazo de otra hermana, que -esté viviendo la misma situación o no- se solidariza con su sentir, y acompaña, desde el cariño y el amor.
Desde la hermandad.
Donde se fomenta a que cada mujer pueda descubrirse a si misma, a su cuerpo, a sus emociones, y se comparten herramientas para el crecimiento y el empoderamiento de cada una.

Y me alegra el alma poder contarte, que a pesar de que en el último tiempo, se haya perdido un poco esta costumbre, cada vez somos más las mujeres que sentimos la necesidad de volver a construir entre todas estos espacios tan necesarios y sanadores.
Cada vez somos más las que sentimos la irrefrenable necesidad de volver a encontrarnos, en ese ámbito amoroso, de vínculos cálidos, de miradas de comprensión, de acompañamiento, risas, juego y celebración.
Porque la energía del círculo nos llama, como mamíferas que somos. Nuestra naturaleza, y nuestra memoria ancestral nos recuerdan una y otra vez, que nos necesitamos unidas, descubriendo y co-creando entre todas, aquello que queremos para el mundo que nos rodea.
Nuestros úteros están diseñados para latir juntos, en manada, en tribu. Un latido llama a otro, y este a otro, y a otro más. Y a medida que ese latido se expande, también se expande nuestra consciencia y nuestra posibilidad de recuperar toda esa sabiduría que hemos olvidado y reencontrarnos con nuestra escencia femenina de sanación.

Si sentís este llamado, si sentís esas ganas de reencontrarte con la energía y la sabiduría femenina, te recomiendo que busques si cerca tuyo hay algún círculo al que puedas unirte.
Pero si no lo hay, no te desesperes. Podés formar vos misma un círculo.
No necesitás tener una certificación universitaria. No necesitás tener títulos ni conocimientos especiales. No necesitás un espacio muy grande, ni mucha gente que concurra.
Lo único que necesitás es tener las ganas y la apertura de poder brindarte de manera amorosa, a compartir tu energía con la de otras mujeres, en un ambiente cuyo propósito sea la sanación.

Si es cierto que hay herramientas que pueden ayudarte. Hay libros, ejercicios, técnicas, actividades y distintas formaciones relacionadas al empoderamiento de las mujeres, que pueden enriquecerte a la hora de formar un círculo. Pero aún si todavía no las tenés, podés comenzar a convocar y a abrir el espacio para el círculo. Las herramientas irán llegando a medida que las vayas necesitando.

Por eso, mujer, te aliento a que te animes, te aliento a que busques tu manada, te aliento a que salgas ahí y convoques a la manada desde cero si es necesario. No importa si son dos, tres o cientos de mujeres. No importa si se reúnen en una pequeña pieza desordenada, en una plaza o en un jardín paradisíaco.
Lo que importa es que empecemos a mover estos espacios, a juntarnos poco a poco, una a una, hasta que de pronto: seamos millones.

“Hay una pacífica revolución en marcha, un movimiento espiritual de la mujer que es difícil de percibir a simple vista, a través de los círculos de mujeres, de mujeres con capacidad sanadora. ¿Podría dar la cultura un vuelco? Para que el sistema patriarcal cambie, ha de existir un “millonésimo círculo”. Y ha de ser así porque lo que el mundo actualmente necesita es una inyección de la clase de sabiduría que las mujeres tienen, y la forma misma del círculo es la encarnación de esta sabiduría.” - Shinoda Bolen, escritora del libro “El millonésimo círculo.“

Escribió Camila Piry.