Alimentación consciente



Vegetarianismo, ayurveda, veganismo, macrobiótica, crudiveganismo...
En materia de alimentación hay muchísimas alternativas. Existen tantas ideas, tan distintas, (y algunas tan contradictorias entre sí) que a veces es difícil saber con cuál quedarnos, cuál es la que nos lleva a estar realmente sanos.

Pero primero lo primero: ¿Qué es estar sanos?
Principalmente, la ausencia de enfermedad.
Pero éste concepto me resulta un poco conformista, así que me gustaría completarlo afirmando que  "salud" es la capacidad de sentirnos bien tanto física, como espiritual, mental, emocional y energéticamente.

Si partimos de éste concepto, la dieta habitual de un ciudadano occidental promedio queda -casi automáticamente- descartada.
La gran cantidad de enfermedades relacionadas con la mala alimentación, el sentimiento de "vacío que debe ser llenado" y la posterior culpa al haber ingerido de todo sin lograr ese propósito, y la sensación de pesadez o necesidad de descanso luego de cada comida, son sólo algunos de los indicios que nos muestran que éste tipo de alimentación no nos lleva a un estado de salud.

¿Por qué?
Primero, por la mala calidad de los alimentos que ingerimos.
La industrialización masiva de la alimentación nos obliga a consumir alimentos que entre toda la cantidad de conservantes, químicos y saborizantes, poco les queda de valor nutritivo.
El ritmo en el cual nos acostumbramos a vivir tampoco ayuda, ya que nos lleva a buscar alimentos de una cocción extremadamente rápida, y con la mayor practicidad posible. Por supuesto para eso es necesario reemplazar lo natural por lo sintético. Cada vez más sintético.

Ahora, vamos un poco más profundo. Desde niños nos acostumbran a asociar la comida chatarra como sustituto de la compañía, el amparo y la felicidad.
Los adultos ponen a nuestra disposición las comidas rápidas y las golosinas, ambas con altísimos contenidos de azúcar y componentes adictivos, que a demás son fáciles de consumir con las manos, sin la supervisión de un adulto.
Éste último es el punto donde creo que radica la raíz emocional del problema. De niños, la falta de presencia de un adulto que nos brinde calor, amparo y amor, es vivida de una forma tan desgarradora, que necesitamos desesperadamente algo que nos ayude a calmar ese dolor.
Durante toda la vida luego vamos a buscar formas de calmarlo, y una de las primeras opciones que aprendemos, es a través de la comida.

Es por eso que la calidad de los alimentos no es la única razón por la cual nuestra alimentación termina envenenándonos en lugar de nutriéndonos.
Nuestro estado de consciencia al ingerirlos, tiene mucho que ver.

La nutrición se relaciona directamente con nuestra madre, ya que ella es nuestro primer alimento desde el momento de concepción y durante los primeros años de vida.
Por eso es interesante, observar qué relación tenemos hoy en día con nuestra madre y -sobre todo- qué relación tuvimos con ella en nuestra primera infancia.
Ésto nos dará una pista de qué conceptos hemos incorporado relacionados a los alimentos, y cómo eso afecta nuestro estado de salud actual.

Quienes hayamos tenido una madre tóxica por ejemplo, buscaremos alimentos con el mismo nivel de toxicidad. Quienes hayamos tenido una madre que nos rechaza, buscaremos rechazarla desde dietas o modelos de alimentación extremadamente restrictivos. Quienes hayamos tenido una madre muy ausente, buscaremos alimentos dulces y grasosos que nos hagan sentir ese "calor" y bienestar que tanto necesitamos.
Éstos son sólo ejemplos, y aunque resulta imposible analizar cada caso particular, en próximos posts profundizaremos más en la relación entre tipos de madres y tipos de alimentación.

Lo importante sería poder comenzar a observar patrones a la hora de alimentarnos.
Qué comemos, cuándo comemos, cuánto comemos, con quién comemos, y sobre todo, todos estos factores relacionados especialmente a la pregunta esencial: ¿Qué sentimos cuando comemos?
¿Qué estamos sintiendo en el preciso momento en el que sentimos "hambre" o necesidad de ingerir?¿Qué estamos sintiendo al momento de elegir qué tipo de comida vamos a comer?
¿Qué estamos sintiendo en el momento de sentarnos a comer?
¿Estamos presentes? ¿Somos conscientes de nuestra acción en el aquí y ahora?

Todas estas preguntas nos ayudarán a orientarnos, para poder tener más claridad con respecto a las elecciones que tomamos cotidianamente, y nos ayudarán a buscar las herramientas necesarias para poder tomar decisiones más conscientes, y por ende, más saludables.

Porque lo realmente importante no es si comés una ensalada, o toda la comida chatarra del mundo. Mientras puedas estar consciente de qué te lleva a elegir eso que elegiste, ya estás un paso más cerca de tener una mejor salud. Porque como dijimos anteriormente, la salud no es sólo lo físico, sino también los aspectos mentales, energéticos, espirituales y emocionales.

La consciencia no hace más que acercar la brecha entre estos aspectos, para que puedan acercarse un poco más al equilibrio.



Ilustración por @dcossyle (Instagram)

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